Sauna y baño turco: un tándem perfecto

Es sabido por todos que sudar, es bueno para la salud. También puede indicar que algo falla en nuestro organismo, claro está. Pero siempre que se suda de forma natural o provocada, los resultados suelen ser bastante favorables, sobre todo en ciertos entornos. De hecho, buscamos actividades que al ser realizadas nos compensen con un baño de sudor, como por ejemplo las actividades deportivas. Aunque existen otras mucho más relajadas en las que el sudor, es la finalidad,  como la sauna o el baño turco.

A muchas personas, el mero hecho de meterse en una sauna, toalla en mano, para salir chorreando, les resulta inmensamente relajante. No se trata de algo exagerado, al contrario, los beneficios que reporta la sauna o el baño turco, están ampliamente comprobados y contrastados.

Tanto la sauna como el baño turco, son espacios concebidos para la relajación, proporcionando notables beneficios para cuerpo y mente. Ambos tratamientos térmicos, llevan siendo utilizados muchos siglos, en diferentes culturas, con la finalidad de mejorar la salud y el bienestar corporal y, porque no, mental. No obstante todas sus similitudes, cada uno de ellos, proporciona una experiencia muy diferente. Por lo que conocer sus propiedades y características, es una buena manera de saber cuál de los dos, se adapta mejor a las necesidades particulares de cada persona.

La alternativa a decantarse por uno de estos tratamientos, puede ser combinar la sauna con el baño turco. Lo que proporciona, según los entendidos, una experiencia que puede resultar transformadora. Son numerosos y diversos los beneficios que proporcionan para la salud. Mientras que la sauna, mediante el calor seco que emana, ayuda a relajar los músculos y limpiar la piel, el baño turco, dentro de su ambiente húmedo, resulta excelente para el sistema respiratorio y la hidratación de la piel.

Un espacio cerrado y seco

Así es la sauna: un espacio dentro del cual se genera un ambiente seco, con unas temperaturas muy elevadas que oscilan entre los setenta y los cien grados, como nos indican los expertos en instalación de saunas de Saunas Luxe. Como todos sabemos, los orígenes de la sauna se encuentran en Finlandia, donde forma parte intrínseca de su cultura y bienestar.

La mecánica de la sauna resulta bastante sencilla. Para generar el calor dentro del espacio, se calientan piedras o, más recientemente, se recurre a los sistemas de infrarrojos. La baja humedad que no pasa del veinte por ciento, hace que la sensación de calor, resulte más intensa, por lo que se produce una sudoración mayor.

Dentro de sus beneficios podemos encontrar la mejora de la circulación sanguínea, debido a que el calor dilata los vasos sanguíneos, lo que favorece el flujo de la sangre. Así mismo, favorece la desintoxicación del cuerpo, ya que el sudor ayuda a que se eliminen toxinas e impurezas. Por otro lado, relaja los músculos y alivia las tensiones, lo que resulta muy adecuado tras realizar un entrenamiento o un esfuerzo físico. Fortalece el sistema inmunológico, estimulando la producción de glóbulos blancos, lo que mejora el nivel de las defensas y reduce el estrés, gracias a que ayuda a disminuir los niveles de cortisol, lo que promueve la relajación mental. Por último, el calor hace que los poros se abran, lo que permite que se haga una limpieza profunda en la piel y, se renueve.

Un lugar donde reina la humedad

De esta manera podemos definir el baño turco o hammam, caracterizado por tratarse de un ambiente cálido y húmedo, en el que las temperaturas son más moderadas que en la sauna, no pasando de los cincuenta grados, pero con una humedad que se acerca al cien por cien.

Su funcionamiento, es por igual, bastante simple: se genera vapor calentando agua, de tal manera que el espacio, se llene de una niebla densa, capaz de envolver el cuerpo. Consiste en una experiencia suave que resulta profundamente relajante.

Como sucede con la sauna, el baño turco, proporciona diversos beneficios al organismo. Uno de ellos, es que hidrata la piel en profundidad, debido a la elevada humedad del ambiente, ayudando a que la piel se mantenga suave y tersa. Al mismo tiempo, la humedad y el vapor, mejoran la respiración, despejando las vías respiratorias, aliviando la congestión y mejorando los casos de sinusitis o asma. De igual manera que relaja cuerpo y mente, ya que el ambiente, cálido y húmedo, posee un efecto relajante general. A nivel linfático, favorece el drenaje, reduce la retención de líquidos y produce una mejora en la circulación linfática. Alivia los dolores articulares, siendo muy adecuado para las personas que padecen artritis o rigidez articular y, estimula la eliminación de toxinas, del mismo modo que hace la sauna.

Sauna o baño turco: dos mejor que una

Aunque los objetivos de la sauna y el baño turco, son muy similares, la experiencia térmica que proporciona cada uno, difiere en algunos aspectos. Mientras que la sauna genera un tipo de calor seco, con muy poca humedad, el baño turco, hace lo contrario, el calor es muy húmedo. La temperatura de la sauna oscila entre los setenta y cien grados, en tanto que el baño turno lo hacen entre los cuarenta y cincuenta.

En cuanto a los beneficios, cada experiencia, aporta unos: la sauna mejora la circulación sanguínea, relaja los músculos y desintoxica la piel; el baño turco, hidrata la piel, mejora las vías respiratorias y alivia las articulaciones. El ambiente de una es de calor intenso y seco, el del otros, vaporoso y suave.

A la hora de decantarse por uno u otro, hay que tener en cuenta las necesidades particulares de cada persona. Aquellos que buscan desintoxicarse profundamente y aliviar las tensiones musculares, pueden encontrar en la sauna, el aliado perfecto. Si por el contrario, la preferencia es la hidratación de la piel, mejorar la respiración o aliviar el dolor de las articulaciones, mejor optar por el baño turco.

Sin embargo, no es necesario elegir uno. Combinarlos es posible y proporciona excelentes resultados y beneficios. Tanto la sauna como el baño turco, proporciona unos beneficios notables para la salud, como ya hemos visto. Además de proporcionar beneficios concretos, ambos, mejoran la circulación sanguínea y ayudan a reducir el estrés. La combinación de calor y humedad, favorece la relajación a nivel mental y físico, lo que contribuye a mejorar el bienestar general.

A continuación, proporcionamos algunos consejos sencillos que pueden ayudar a combinar ambas experiencias y, lograr los mejores resultados, beneficiándose de lo mejor de cada terapia de calor.

Antes de nada, resulta esencial preparar el cuerpo, lo que incluye tener una adecuada hidratación y haber tomado una comida ligera. Evitar el alcohol y la cafeína antes de la sesión, es lo más aconsejable para maximizar los beneficios.

Por supuesto la ropa debe ser adecuada, ligera y transpirable, para permitir que el cuerpo sea capaz de regular su temperatura eficazmente.

La secuencia óptima para combinar las dos experiencias, debe empezar por una sesión corta en la sauna, seguida de un descanso breve. A continuación, se puede pasar a la sesión de baño turco para, posteriormente, enfriarse y rehidratarse. Esta alternancia entre ambas terapias, hace posible que se maximicen los beneficios que reportan los dos tratamientos, favoreciendo la adaptación del cuerpo y que responda mejor a los cambios de temperatura y humedad.

Para los principiantes, se aconseja empezar lentamente. Limitar la primera sesión a diez o quince minutos en cada espacio, es lo más recomendable. Escuchar al cuerpo resulta esencial, ante cualquier molestia, conviene salir. Por supuesto, evitar el exceso de tiempo tanto en la sauna como en el baño turco, ya que puede ser contraproducente, sobre todo cuando no se está acostumbrado. En el caso de usuarios más avanzados, se puede experimentar con los tiempos más largos y temperaturas más elevadas, siempre dentro de un límite seguro. Incorporar aceites esenciales o aromaterapia, puede enriquecer la experiencia, del mismo modo que si se integra meditación o ejercicios de respiración.

Si por separado ya hemos visto los numerosos beneficios que reportan la sauna y el baño turco, en combinación, no es menos. Las mejoras en la salud de la piel son notables. Mientras que la sauna abre los poros y elimina impurezas, el baño turco, hidrata y tonifica la piel. De esta combinación, resulta una piel más limpia, suave y saludable. Al mismo tiempo que el impacto que produce a nivel relajación y bienestar mental, la alternancia entre calor y humedad, ayuda a que la mente se calme, se reduzca la tensión muscular y se genere un estado de bienestar mental. Por otro lado, los efectos en la sudoración y la desintoxicación, el primero producido por la sauna y, el segundo, por el baño turco, ayuda a eliminar las toxinas del cuerpo, ayudando a que mejore la función renal y la salud en general.

En resumen, combinar sauna y baño turco, no es contraproducente ni una barbaridad. Al contrario, se trata de una práctica beneficiosa que genera una mejora en la salud física y mental. Basta con seguir unas pautas para poder disfrutar de una experiencia tan segura como enriquecedora. Lo indispensable para que todo vaya bien, es escuchar al propio cuerpo y ajustar los tiempos en función de las necesidades particulares.