Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) la incidencia y prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) están aumentado en mujeres adolescentes, agravándose con el auge de la utilización de las redes sociales.
El Mundo explica que «el encierro provocó que los casos aumentaran un 20% y las redes sociales agudizaron el problema posteriormente. Los datos epidemiológicos mostraban que, antes de la pandemia, un 5% de la población femenina padecía TCA, ahora se sitúa entre el 8% o el 10%. Según los datos más recientes, aproximadamente el 9% de la población mundial sufre algún tipo de estas enfermedades, lo que equivale a unos 70 millones de personas».
Varios estudios han comprobado que
la exposición distorsionada del físico en redes sociales puede derivar en trastornos de la alimentación.
Isabel Paúles, responsable del Grupo de trabajo Estilos de vida y determinantes de salud de la SEMG, explica en un comunicado que en las redes sociales «se tiende a exponer los aspectos más destacados de las vidas de las personas ‘influyentes’, lo que suele ser una versión filtrada y editada de la realidad, pero que implica tener una percepción distorsionada de lo que es ‘normal’ o alcanzable, favoreciendo una disminución de la autoestima».
«La exposición distorsionada del aspecto físico, utilizando continuos filtros y edición de las fotos, «crea cánones físicos inalcanzables, lo que favorece en un empobrecimiento de la confianza en uno mismo y derivando en problemas de autoimagen y trastornos de la alimentación. De hecho, mientras que en las redes sociales impulsan en los chicos el aumento de masa muscular, en las chicas tienden a promocionar el cuerpo delgado y esbelto como garantía de éxito social», añade Paúles.
Los signos de alarma que pueden llamar la atención a los padres sobre un posible trastorno de la conducta alimentaria son:
-Preocupación excesiva por el aspecto físico.
-Pérdida de peso.
-Falta de energía.
-Aislamiento social.
-Autoestima muy baja.
– Ansiedad.
-Disminución de masa ósea.
Las personas bulímicas comen grandes cantidades de alimentos y luego vomitan para no engordar. Para provocar el vómito pueden usar laxantes, suplementos o diuréticos.
Las personas con este trastorno siguen una dieta estricta y hacen ejercicio de forma excesiva. Se llega al diagnóstico de esta enfermedad, si los atracones son al menos dos veces a la semana, si hay vómitos autoprovocados y usos de laxantes.
Además de la anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN), el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) reconoce como TCA el trastorno por atracones.
El trastorno por atracón se caracteriza por la sobreingesta frecuente. Las personas que padecen este trastorno ingieren en un breve periodo una cantidad muy superior a la que la mayoría de las personas podría consumir.
Estos episodios suelen desarrollarse a solas, pero los pacientes que sufren este trastorno alimentario no toman laxantes ni vomitan.
Nos hemos puesto en contacto con los profesionales del centro de psicología Sur y nos han explicado cuáles los síntomas del trastorno por atracón:
-Deseo incontrolable de comer.
-Preocupación por el cuerpo y el peso.
-Baja autoestima.
-Durante esos episodios de ingesta comen más rápido y sin masticar.
-Las personas que padecen este trastorno sienten el deseo incontrolable de comer.
-Estos episodios se realizan cuando se encuentran a solas.
-Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre.
-Ansiedad.
-Los pacientes con este trastorno pueden sufrir enfermedades cardíacas.
-Depresión.
Se llega al diagnóstico de este trastorno si los atracones se producen, al menos, una vez a la semana y durante tres meses. Los especialistas explican que la mayoría de los atracones pueden llegar a las 5.000 calorías.
Es importante difundir información sobre los TCA en las escuelas y en medios de comunicación para sensibilizar a la población más joven.
Se recomienda la educación nutricional para prevenir enfermedades crónicas en la edad adulta y mejorar los patrones dietéticos de los jóvenes.
Es importante evitar comer delante de las pantallas porque puede llevar al consumo compulsivo de alimentos ultraprocesados.
«Entendemos por ultraprocesados las preparaciones industriales comestibles elaboradas con ingredientes estabilizantes, potenciadores del gusto, colorantes, aromatizantes, emulsionantes, etcérea. Se trata de productos como refrescos, pizzas, zumos industriales, patatas fritas, bollería industrial, barritas, dulces y algunos precocinados, entre otros», explica Mònica Rodríguez-Barniol, investigadora del FoodLab de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
Hay una serie de factores que influyen en el consumo de este tipo de comida delante de las pantallas: su alta disponibilidad, el sabor agradable, los precios bajos…
«El consumo de ultraprocesados por parte de los adolescentes es muy elevado, y desde la perspectiva de salud pública es preocupante porque estos productos tienen efectos nocivos para la salud», dice Rodríguez.
El consumo de ultraprocesados se asocia a un incremento del sobrepeso y la obesidad. También ocasiona efectos negativos en la salud mental de los jóvenes.
«Los momentos en que los comen más son durante el desayuno y la merienda, y principalmente consumen aperitivos salados, cereales azucarados, galletas y caramelos, que a menudo compran en tiendas próximas al instituto o encuentran en casa», comenta la experta.
«Observamos que algunos adolescentes podían tener sensación de culpa por haber consumido más productos de los que querían, y que incluso adoptaban actitudes falsamente compensadoras, como hacer más ejercicio», añade.
Los adolescentes con estos trastornos alimentarios necesitan un tratamiento y apoyo especializado. Es aconsejable que los padres también acudan a la terapia porque algunos adolescentes niegan los síntomas.