La odontología es uno de los campos de la medicina que más ha innovado en los últimos años. Aspectos como los materiales o herramientas de diagnóstico de alta tecnología, como los que utilizan en la actualidad han dado como resultado, mejores resultados y mayor celeridad en los tiempos de tratamiento. Donde antes había que esperar meses para comprobar los resultados y esperar para poder realizar las diferentes etapas de algunos de ellos, ahora, bastan unas pocas horas o días. Como sucede con los implantes de carga inmediata.
Tratamientos de mayor sencillez como los empastes u obturaciones han encontrado sustitutos de mayor eficacia y, por supuesto, estética. Así como las técnicas de blanqueamiento dental que, dejando las pastas y moldes a un lado, han encontrado en los tratamientos con láser, al aliado perfecto. Podríamos seguir con la lista pero en esta ocasión, vamos a centrarnos en uno de los tratamientos más demandados: las incrustaciones dentales.
Aunque se trata de uno de los tratamientos más solicitados en las clínicas odontológicas, muchos de nosotros no tenemos muy claro en que consiste. Es fácil caer en el error de pensar que se trata de algo meramente estético, como esos piercing o abalorios que algunos se colocan en los dientes, con la intención de que parezcan más atractivos. Nada que ver con esa cuestión, verdaderamente discutible y meramente estética, las incrustaciones, aunque mejoran el aspecto de la dentadura, son tratamientos para afecciones bucales. Como nos han explicado detenidamente en Dental Studio Ibiza, se trata de una alternativa a los empastes que ofrece excelentes resultados en determinadas circunstancias.
Profesionales y pacientes, aseguran que las incrustaciones dentales, son el tratamiento más adecuado para preservar los dientes muy dañados, sin tener que recurrir a la extracción. Permiten una restauración funcional de la boca, proporcionan un resultado duradero y, por supuesto, muy estético. A continuación, proporcionaremos la información necesaria para conocer en mayor profundidad, este tipo de tratamiento.
Dientes como nuevos
Si algo marca la diferencia entre las incrustaciones dentales y el empaste tradicional, es precisamente que apenas se nota y la pieza parece intacta. Puesto que una incrustación dental no es otra cosa que un tipo de reconstrucción parcial, realizado para rehabilitar un diente posterior (muelas y premolares) cuando este ha sufrido una pérdida moderada de su estructura, el acabado debe ser perfecto. Una incrustación dental, constituye una restauración en bloque que se hace a medida de la pieza dental sobre la que se colocara cementada.
Lo más habitual es realizar este tipo de tratamiento en los molares que han visto reducido su volumen por la razón que sea. Se trata de uno de los tratamientos contenidos en lo que se conoce como odontología conservadora, cuya misión no es otra que la de mantener los dientes en la boca.
Ante la pregunta de cuándo es necesario realizar una incrustación en los dientes, debemos señalar que las causas más frecuentes por las que se recurre a ella son las caries extensas y el desgaste de la pieza. En cuanto a las lesiones provocadas por una caries no tratada a tiempo, encontramos un daño que ha avanzado de tal manera que, para salvar el diente, es necesario realizar una endodoncia. Para poder devolver a la pieza su forma anatómica natural, es recomendable realizar una incrustación.
Cuando se trata de degaste en los dientes o fisuras severas provocadas por el paso del tiempo o problemas de otra índole, como el bruxismo que acentúan la pérdida del esmalte, también es posible recurrir a este tipo de tratamiento.
Para que sea posible realizar una incrustación, la pieza debe cumplir con dos requisitos. El primero de ellos, debe mostrar una forma anatómica normal y la corona debe poseer la medida adecuada para que sea posible la retención de la restauración. El otro requisito, consiste en que solo se trata de un tratamiento adecuado en los pacientes que prestan una atención rigurosa a su higiene dental y no presenta un elevado índice de caries dental.
Recordemos que se trata de un tratamiento desarrollado para cubrir una parte concreta del diente que ha sido dañado. Lo que viene a ser que son adecuadas para reparar los trozos rotos, desgastados o perdidos de un diente. Muy habitualmente se utilizan como restauración reparadora y procesos de rejuvenecimiento dental. Estos recubrimientos se diseñan a medida para cada paciente, con el color y la anatomía personalizada, de tal manera que se obtiene un resultado natural y en armonía con el resto de la boca. Para lograr esto, se utilizan materiales estéticos de gran resistente de los que hablaremos a continuación.
A diferencia de los empastes que cubren partes pequeñas, o las coronas dentales que se colocan en casos de pieza muy dañada, las incrustaciones reparan el diente cuando su daño es medio y se puede preservar la pieza dental sin comprometerla hasta el punto de la extracción.
Tipos y materiales en función de la situación
En odontología cada vez es más frecuente recurrir a materiales como la porcelana o cerámica para reparar piezas e incluso construirlas completas. Hace unos años, esto no era así y se recurría a diferentes amalgamas y resinas que han caído en desuso dejando el paso libre a técnicas más duraderas y avanzadas. Seguro que muchos recuerdan esas incrustaciones de oro que se realizaban hace décadas, estas ya no se realizan debido a su elevado coste y el número de sesiones necesarias para realizar el tratamiento. Por el contrario las incrustaciones de porcelana o composite son cada vez más demandadas.
Si nos referimos a la porcelana como material para este tipo de tratamientos, podemos decir que las incrustaciones de dicho material, es de gran resistencia y con un poder altamente estético. La cerámica o porcelana imita de forma fiel el tono real de las piezas sobre las que se coloca y no se tiñe con el tiempo. Su duración puede llegar a alcanzar los treinta años.
En cuanto al composite, se trata de otro de los materiales más utilizados para realizar este tipo de tratamientos. Estas incrustaciones se colocan en una sola sesión y ofrecen un resultado muy natural. Sin embargo, hay que decir que estas incrustaciones se van oscureciendo con el paso del tiempo, tiende al desgaste y presentar fisuras, por lo que requiere un pulido cada cinco años.
A parte de los materiales disponible, podemos distinguir las incrustaciones en función de su tamaño y la parte de la estructura que se vaya a restaurar. Así, encontramos incrustaciones inlay, onlay y overlay.
Los odontólogos hablan de una incrustación inlay cuando esta, no cubre ninguna cúspide dental. En el caso de cubrir alguna de ellas, se trata de incrustaciones onlay. Por último, cuando se deben cubrir todas las cúspides, se habla de incrustación overlay.
Para realizar una incrustación dental, lo primero que hará el odontólogo, será realizar un estudio completo de la boca que permitirá valorar el alcance real de la pérdida de volumen para establecer el tipo de incrustación. Una vez que se ha realizado la planificación adecuada para realizar el tratamiento, el profesional de la odontología, pasará por los siguientes pasos: preparación de la cavidad de la muela dañada y abordaje de la causa o problema que ha generado dicha pérdida de volumen. Esto suele conllevar casi siempre un empaste o endodoncia.
Una vez realizada esta parte inicial del tratamiento, se realiza un escáner intraoral que permite al dentista obtener una muestra de la boca y crear una copia virtual. Con estas imágenes, enviadas al laboratorio, los protésicos podrán realizar una incrustación a medida. En la primera visita, el odontólogo sellará la cavidad de la superficie dental de forma provisional. El protésico dental, basándose en las impresiones tomadas, realizara una incrustación a medida y la enviará a la consulta para que el odontólogo la coloque.
Para realizar el tratamiento, el especialista en odontología, debe revisar el trabajo realizado en el laboratorio, analizar el color y adaptación de los márgenes para que sea la adecuada. En caso de estar todo correcto, procederá a realizar la incrustación en el paciente. Durante esta visita, se retira el material de sellado provisional, se prepara la cavidad de la superficie dentaria y se cementa la incrustación definitiva sobre la pieza.
Este tipo de tratamientos son conservadores y mínimamente invasivos, por lo que ofrecen numerosos beneficios como recuperar la funcionalidad de la pieza, evitando fracturas posteriores, mayor resistencia a los empastes dentales y proporcionar una anatomía perfecta, lo que incide en la estética y conserva la estructura real no dañada.
Sin embargo, existen determinados casos en los que no se puede recurrir a este tipo de tratamiento para rehabilitar y recuperar la muela: cuando existe un daño masivo de la estructura; los molares sirven como soporte de otra prótesis; o pacientes que no cuentan con una limpieza adecuada o sean proclives a sufrir caries. En estas situaciones, los tratamientos de elección pasarían por valorar la colocación de una corona dental o realizar una exodoncia.
En resumen, se trata de una solución muy estética y adecuada, ya que imita el tono de las piezas reales y conservan la estructura no dañada del diente, sin la necesidad de recurrir al tallado o tratamientos más agresivos.